jueves, 14 de noviembre de 2013

Conociendo más de mis ancestros: El matrimonio entre José Antonio Lozano de Peralta Veraez y la distinguida criolla María Josefa Caicedo y Villacis (padres del Marqués de San jorge y sextos abuelos de Inés Durán García Herreros) fue el verdadero florero de la independencia que dio inicio al enfrentamiento entre chapetones y criollos. Fuente: Tomado textualmente de Serpa Erazo Jorge "Historias recóndidas de la independencia".


PRIMER ENFRENTAMIENTO ENTRE "CRIOLLOS" Y "CHAPETONES"

La abundante historia escrita sobre los antecedentes del 20 de julio, en algunos aspectos se ha falseado, para presentar como la principal causa que motivó nuestra independencia, el argumento altruista de la Libertad. Pero, además de la burocracia hubo otras cosas que también originaron la gestación de la independencia, como la prohibición de matrimonio entre los funcionarios de la corona y de sus hijos con las criollas, por encumbradas que fueran. Esta causa, quizás, fue el primer enfrentamiento entre realistas y criollos, cuando en 1729, el oidor Jorge Miguel Lozano de Peralta se opuso al matrimonio de su hijo José Antonio con la distinguida criolla María Josefa Caicedo y Villacís, hija y heredera única del distinguido criollo Francisco de Caicedo y Pastrana (heredero del mayorazgo fundado en el siglo XVI por Francisco Maldonado de Mendoza, de 45 mil hectáreas, las cuales sirvieron de dehesa a la capital del virreinato para alojar el ganado que subía desde el valle del Magdalena), quien se había casado con la quiteña Josefa de Villacís, hija del presidente, gobernador y capitán general del Nuevo Reino Dionisio Pérez Manrique. José Antonio, el frustrado pretendiente, fue desterrado por su padre, el oidor, a Honda, donde fue incomunicado en un colegio religioso y María Josefa ingresó a un convento en Santa Fe, donde tuvo que vestir los hábitos religiosos con el nombre de Sor María Josefa de San Joaquín. Aunque el matrimonio se realizó contra viento y marea, intervinieron, el poder de la corona española con la potestad del mando, la rebeldía de los criollos con las herramientas del poderío económico y las influencias del mayorazgo y la iglesia que terciaron a favor de los novios frustrados, debido a que el cura de la catedral Francisco Javier Beltrán Caicedo los unió por medio de un poder tramitado secretamente, cuya validez fue cuestionada por el oidor Lozano de Peralta, pero en últimas, el arzobispado decidió este impasse ratificando la bendición del cura Caicedo. Este frustrado matrimonio fue el verdadero “Florero” de la Independencia, dio inicio al enfrentamiento en la colonia, de dos fuerzas, que entonces empezaron una rivalidad pendenciera: chapetones y criollos.

 LOS COMUNEROS Y EL MARQUES MOROSO Años más tarde, en 1768 el hijo de esta pareja, Jorge Miguel Lozano de Peralta, con el mismo nombre de su discriminador abuelo, se enfrentó con el español José Groot de Vargas, por que éste, en pleno cabildo, cuando se discutía un asunto del virreinato, le gritó que “tenía mancha de la tierra” y era “enemigo de los chapetones”. De inmediato, para acusar al oidor Groot ante la corte y obtener una justa reparación, el oidor Lozano de Peralta solicitó permiso para viajar a España, pero se le negó. Sin embargo, en septiembre de 1772, de la corona española le llega una compensación muy especial, el título nobiliario de Marques de San Jorge y se compromete a consignar el tributo correspondiente, bastante oneroso. Pero Lozano de Peralta, utiliza el título que le permite llegar a ser alcalde de Santa Fe y no cancela el impuesto nobiliario. La Real Audiencia, le notifica que si no pagaba no podía ser Marqués, a lo cual, Lozano de Peralta responde que él no tenía por qué pagar lo que se merecía. El Marqués de San Jorge fue demandado por el pago de tales derechos y siguió usando el título. Con el fin de atender asuntos relacionados con la imposición de nuevos tributos reales, es decir, lo que ahora, en nuestros tiempos, se llama reforma tributaria y para estudiar el caso del Marqués de San Jorge, la corona española envió al regente-visitador Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres. La inclemente actuación alcabalera de Gutiérrez de Piñeres fue la gestora, en las breñas de Santander del movimiento Comunero, cuando Manuela Beltrán y el Zarco Ardila rompen el edicto con los nuevos impuestos gritando: ¡Viva el rey, muera el mal gobierno! Este grito fue estimulado desde Santa Fe, por el propio Marqués de San Jorge, principal afectado con la visita del Regidor por los nuevos tributos que gravaron sus propiedades e ingresos y la amenaza sobre su marquesado que estaba en entredicho, porque envió a los revolucionarios del Socorro, a través de Manuel García Olano, administrador de correos, cuñado de su hija Josefa Lozano, noticias, pasquines e instrucciones para la incipiente revolución. Cuando quince mil Comuneros marchan hacia Santa Fe, liderados por Berbeo y Galán, el Regidor Gutiérrez de Piñeres, protagonista de la revuelta, parte presuroso hacia España. Ante la gravedad de los hechos, el gobierno del virreinato, para detener la protesta marchante envió al oidor Osorio con cien soldados, que fueron hechos prisioneros sin disparar un solo tiro. Solo el ayudante del oidor Osorio logró escapar y llevar a la capital la noticia. Amenazada Santa Fe, se logra por acuerdo dialogar en Zipaquirá, donde el 14 de mayo de 1781, se dieron cita las autoridades del Nuevo Reino y la “chusma” revolucionaria. El Arzobispo Caballero y Góngora con su comitiva partió hacia aquel lugar, consagrado como la primera zona de distensión para atender también la primera mesa de diálogo ubicada en la casa cural, llevando como asesores al Marqués de San Jorge y al cuñado de su hija, el famoso administrador de correos. En otras palabras, Lozano de Peralta y García Olano, estaban jugando en los dos bandos; por un lado asesoraban al Arzobispo y, por el otro, en entrevistas secretas, realizadas en el campamento de los Comuneros, aconsejaban a Berbeo y Galán. Como las conversaciones no llegaban a ningún acuerdo, por insinuación de los dos asesores, se llegó a las famosas Capitulaciones, tal como lo refirió el historiador Manuel Briceño. Después de una espera dilatoria, el 6 de junio, la real audiencia, aceptó y aprobó el texto, pero en acta secreta también declaró su nulidad, aunque con misa solemne y juramento de las partes, se ratificó el acuerdo en Zipaquirá. Ese fue también el primer acuerdo de paz. Al término de las conversaciones Lozano de Peralta fue ovacionado por los Comuneros. Meses después cuando a Caballero y Góngora le llegó su designación como Virrey, ató varios cabos que tenía sueltos en su memoria e inició un proceso contra su ex asesor García Olano y envió en 1773, una carta al Conde de Floridablanca, donde manifestó entre otras cosas: “…procuro desde mi ingreso en este mando ratificarme más y más en los crímenes que acusaban a don Manuel García Olano administrador de Correos de esta ciudad, cuya conducta en aquel desgraciado tiempo siempre me fue sospechosa, por sus producciones, correspondencia y descubierta parcialidad que manifestaba con los sediciosos del Socorro…” El 22 de agosto de 1786, luego de varias quejas y acusaciones que llegaron a la corte española para investigar y aclarar su participación en la revolución comunera, el Rey, de manera directa, ordenó al Arzobispo y Virrey proceder a juzgar al Marqués de San Jorge, quien fue detenido en el ayuntamiento durante el proceso. Tres años más tarde, la corte ordenó que el reo fuera trasladado a España, pero estando en Cartagena, le decretaron libertad incondicional y allí se quedó a vivir hasta su muerte en 1793, ocurrida en el convento de la Recolección de San Diego, sin familiares y amigos, pues su hijo mayor José María se encontraba en Santa Fe y Jorge Tadeo, el menor, estaba en España desde 1786, donde ingresó como cadete al Real Cuerpo de Guardias y más tarde, obtuvo el grado de Alférez de Fusileros y fue vinculado a la sexta compañía del Regimiento de la Guardia Real Española, allí prestó servicios hasta el 21 de junio de 1794. Durante tres años, Jorge Tadeo Lozano, reside en París, aprende el idioma francés y visita algunos países europeos, para regresar a la Nueva Granada en 1797.


Bibliografía: Gutiérrez, José Fulgencio. Galán y los Comuneros, Bucaramanga, Imp del Departamento, 1939 Pérez Ayala, José María. Antonio Caballero y Góngora Virrey y Arzobispo de Santa Fe, Bogotá, Imp. Municipal, 1951 Hernández de Alba, Guillermo. El Proceso de Nariño a la Luz de los Documentos Inéditos, Bogotá, Editorial ABC, 1958 Lozano y Lozano Fabio. Jorge Tadeo Lozano, Boletín de Historia y Antigüedades Nos 119 y 120. Gómez, Laureano. Una Cultura Conquistadora, Discurso pronunciado en el Congreso Javeriano, Bogotá, 1950 Posada, Eduardo. El 20 de Julio, Biblioteca de Historia Nacional Vol XIII Ortega Ricaurte, Enrique. Cabildos de Santa Fe, publicaciones del Archivo Nacional de Colombia, Vol XXVII, Imp Nacional, Bogotá Olivos L., Andrés. 20 de Julio: coyuntura revolucionaria y revuelta popular (1808-1810), Editorial Panamericana, Bogotá, 1999 Díaz, Oswaldo. La Reconquista Española, Academia Colombiana de Historia, Historia Extensa de Colombia, Vol VI, tomo I, Ediciones Lerner, Bogotá, 1964 Quintero Saravia, Gonzalo. Pablo Morillo, General de dos mundos, Editorial Planeta, 2005, Bogotá

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